El regreso del Gatopardo
11 abril 2020 | Categories: canvi social, coronavirus, crisi, Espanya, filosofíes del canvi, lobbies, neoliberalisme, política institucional, Portada |

Enrique Seijas. ATTAC Acordem
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie “
El año 1958 se publicó la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa titulada “El Gatopardo”. La narración, basada en la vida del bisabuelo del autor, Giulio di Lampedusa, se sitúa en la Sicilia de 1.860. Garibaldi desembarca en Sicilia y la aristocracia comprende que su tiempo se termina y que la burguesía será la clase dominante en el nuevo régimen. Tancredi Falconeri, sobrino de Giulio, oportunista e inteligente, entiende que debe adaptarse a la nueva situación si quiere seguir manteniendo sus privilegios.
A partir de la novela de Giuseppe Tomasi, en 1963, Luchino Visconti dirige una película con el mismo título y sitúa la acción en la etapa de la reunificación italiana, durante la segunda mitad del siglo XIX, pero con claras referencias a la situación política que se vivía en Italia en el momento del rodaje. El Movimiento Social Italiano (MSI), partido neofascista, se convirtió en el cuarto partido italiano y apoyó los gobiernos de la Democracia Cristiana desde finales de los cuarenta hasta principios de los sesenta. Otros grupos fascistas mucho más oscuros, como la Logia P2 dirigida por Licio Gelli -militante de Falange Española durante la Guerra Civil- actuando en la sombra, consiguieron penetrar todos los rincones del poder, no solo en Italia sino también en otros países como Argentina, Brasil, Uruguay y el Vaticano. Controlaron el Banco Ambrosiano y el Instituto para las Obras de Religión (Banco del Vaticano), se relacionaron con la CIA y muchos de sus miembros estuvieron en posiciones de poder. La lista incompleta que se encontró a L. Gelli, incluía cerca de 1000 nombres y se sabe que había otros tantos personajes que no salieron a la luz, entre ellos, 30 generales, 38 parlamentarios, 4 ministros, algún primer ministro, jefes del espionaje, 19 jueces y cerca de 60 profesores universitarios.
Los momentos históricos en los que se sitúa la acción de la novela y el rodaje de la película de Visconti, son momentos críticos. Se hace necesario el cambio de las instituciones, de la forma de gestionar el poder y de los personajes que integran las élites al mando, para mantener un sistema de acumulación basado en la explotación. La aristocracia estaba siendo desplazada por la burguesía en la narración novelada y en su película, Visconti, introduce referencias implícitas al fascismo derrotado y a los oportunistas al estilo de Tancredi Falconeri, que se estaban adaptando al régimen italiano surgido durante la posguerra.
Existen paralelismos entre aquellas situaciones y la que estamos viviendo. La complicidad entre el MSI y la Democracia Cristiana tiene las mismas raíces que la complicidad entre VOX y el PP. La forma de actuar de la Logia P2 y su penetración silenciosa en todo tipo de instituciones de poder, se parece mucho a la forma de actuar de algunas Fundaciones en la actualidad.
Ahora, en el momento presente, podemos oír y leer a través de los medios, a numerosos portavoces de la intelectualidad oficial, de la prensa, de los sindicatos, de la política e incluso de las patronales, cuando dicen que nada será igual después de la crisis y que los cambios son necesarios. Pero no todos ellos se atreven detallar a que cambios se refieren y tampoco tienen inconveniente en afirmar que existen una serie de líneas rojas que no están dispuestos a traspasar.
Para contestar a la pregunta sobre qué es lo que hay que cambiar, solo tenemos una respuesta: ¡El actual sistema político económico, vigente durante los últimos 40 años! Esto quiere decir que es necesario arramblar con los principios fundamentales de la religión neoliberal.
- La liberalización total del mercado basada en el dogma fallido de que el mercado se autorregula.
- La reducción del Estado a las funciones de mantenimiento del orden y garantía de la propiedad privada.
- La política monetaria restrictiva a base de aumentar los tipos de interés y reducir la oferta de dinero, para contener la inflación.
- La política fiscal basada en el aumento de los impuestos indirectos y las tasas y en la disminución de los impuestos directos y progresivos sobre la renta, el capital, las donaciones y las herencias.
- La privatización de los servicios públicos y de la naturaleza, basada en el dogma de que los gestores privados gestionan mejor que los públicos.
- La desregulación total de las transacciones financieras y de la banca.
La aplicación práctica de estos principios ha demostrado su falsedad, ya que los mercados, lejos de autorregularse, han dado lugar a todo tipo de procesos especulativos, como el de la vivienda, subprimes, etc. y han sido incapaces de responder a las necesidades creadas por la pandemia del coronavirus (han faltado respiradores, test, mascarillas, EPI’s, etc.); el Estado, al que querían jibarizar, es quien tiene que acudir en ayuda de los negocios privados; la política monetaria es incapaz de asegurar el bienestar social y el avance de la economía al mismo tiempo; las políticas fiscales aplicadas han dado lugar a la distribución de la riqueza más desigual de la historia; la privatización de los servicios ha contribuido a su deterioro hasta el punto que estamos viviendo hoy en las residencias de ancianos, en las listas de espera sanitarias o en el deterioro de la investigación y de la enseñanza, sin olvidar que la crisis del año 2008 fue originada por la gestión fraudulenta de la banca y de las aseguradoras privadas, cuya desregulación permitió la especulación financiera que caracteriza la economía actual.
Pues bien, esos principios deslegitimados por la historia más reciente, son las líneas rojas que según los defensores del modelo actual, no se pueden traspasar. Su lema, como se dice en “El Gatopardo”, es: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie “.
Para todos lo que queremos que se produzca un cambio real y no un simple maquillaje que oculte las arrugas en el rostro de este sistema envejecido, esas líneas rojas son precisamente las que hay que traspasar, de lo contrario habremos conseguido cambiarlo todo, pero todo seguirá igual.
Las urgencias creadas por una economía quebrada y las agobiantes llamadas a nuevos acuerdos interclasistas, parecen estar preparando a la opinión pública para que acepte acríticamente nuevas renuncias a los derechos colectivos, duramente conquistados y ya muy cercenados por los diez años de crisis económica. Como diría un castizo, para que aceptemos una vez más, que nos la metan doblada.
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