Manipulando el debate, destruyendo lo que es obvio
31 gener 2012 | Categories: llibertat d'informació, mitjans de comunicació |
Tabucchi en “La oca al Paso” habla de La Pallise, un general francés que murió en la batalla de Pavía. En su funeral, y para elogiarlo, alguien dijo que 15 minutos antes de morir estaba vivo. Desde entonces se entiende como pensamiento lapallissiano lo que es obvio y no hay que discutir.
Dice Tabucchi que hay una cruzada en Italia contra el pensamiento lapillassiano. El ataque consiste en poner en duda ideas y pensamientos hasta ahora no discutidos por ser evidentes. Por ejemplo: el agua es húmeda. O más sofisticado: el presidente de la república francesa no puede vender la Torre Eiffel a un chatarrero. Desgraciadamente, cuestionar esta manera de hacer y pensar se está poniendo de moda en Europa y Cataluña no queda al margen.
Cada vez que el poder decide otra reducción de derechos sociales ataca el pensamiento lapallissiano y a todos nosotros con dilemas manipuladores para negar la evidencia y lo que es obvio.
El falso debate formula preguntas trampa después de meter el miedo en el cuerpo: ¿qué es mejor estar en el paro o disfrutar de un minijob? La pregunta es un engaño porque nadie puede vivir con la retribución de un trabajo a media jornada por el que se pagan 400 euros al mes. Como no se dice que en Alemania hay 7 millones de trabajadores en precario ni que el paro en ese país es del 20%. Por el contrario, se interpela a la ciudadanía, en nombre del debate democrático, hasta conseguir la respuesta que se busca: “mejor un mal trabajo que nada”. Si la idea cala, el recorte de un derecho social, en este caso el “derecho al trabajo digno”, prosperará. Y sí, he dicho trabajo digno, porque otro tipo de trabajo significa violar los derechos humanos.
Invito a descubrir nuevas preguntas trampa, por ejemplo en los interesados dilemas en torno a la reforma laboral. Analizad las preguntas y sabréis el mal que esconde la respuesta. Para empezar: las reformas laborales suelen crear empleo? Tanto la estadística como la historia, nos dicen que no.
No queda ahí la cosa. El siguiente paso es apropiarse de los bienes públicos y ponerlos en venta. ¿Puede el presidente de la República francesa vender la Torre Eiffel? Cuando un gobierno inicia un proceso de privatización, pone a la venta una propiedad que no es suya sino que pertenece proporcionalmente a todos y cada uno de los miembros de la comunidad. ¿Por qué son o no son de la Administración las propiedades públicas que se privatizan? ¿El Gobierno es propietario de los bienes públicos que se vende o sólo administrador? Partiendo de la base de que los gobiernos son elegidos por la ciudadanía y dirigen el país por tan solo un tiempo determinado, ¿tienen derecho a tomar medidas irreversibles? ¿Puede un gobierno, sin consultar a la ciudadanía, tomar una decisión que no tiene vuelta atrás? ¿Acaso tienen vuelta atrás las privatizaciones? Otra vez la historia nos informa que no. Las ventas de los bienes comunes no suelen ser reversibles. Y la propiedad de estos bienes, pagados con el dinero de los impuestos de todos, no es de la administración sino de la ciudadanía.
Aún más. ¿Por qué, si el Derecho Constitucional protege a los propietarios frente a las decisiones de los estados y garantiza indemnizaciones en los procesos de expropiación forzosa de la propiedad privada, no existe norma alguna que proteja a los ciudadanos de las ventas unilaterales de los bienes comunes que la administración ejecuta?
Y los medios de comunicación?
Muy a pesar de quien suscribe, periodista, los medios están al servicio del poder que los ha comprado directamente, accionariado, e indirectamente, publicidad. No olviden que donde empieza la publicidad, acaba la libertad de expresión. ¿Quién compra o paga para ser criticado?
Los medios han sido también esenciales en el implante cerebral colectivo del pensamiento único y ahora son imprescindibles para formular las preguntas trampas, para promover los falsos debates, para desarrollar las “diez estrategias de manipulación a través de los medios” descritas por Chomsky.
Entonces, ¿qué hacer?
Ante todo, no se crea nada. No, no le sugiero que sea descreído, pero sí que dude de cualquier información, compruebe las fuentes y su procedencia y trate de analizarla eliminando los intereses ideológicos a las que va asociada.
Y cuando le interpelen los poderes, preparado como estará, compruebe, tal y como recomienda la novela negra, a quienes benefician las opciones y luego pregúntese si no estarán tratando de modificar alguna obviedad. Recuerde La Pallisse, estaba vivo 15 minutos antes de morir. No sean fatalistas, no se dejen matar. Tomen una buena y atrevida decisión y cambien el destino, el suyo y el de todos.
Recordemos las estrategias de manipulación que nos reveló Noam Chomsky.
1. Distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que es desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
“Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita de ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y luego ofrecer soluciones. Método también llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana u organizar atentados sangrientos para que el público pida leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. Gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Así condiciones socio-económicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas en las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que no aseguran ingresos decentes… Cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicados de una sola vez.
4. Diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es inmediato. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo a la gente para acostumbrarse a la idea del cambio y aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse a la ciudadanía como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discursos, argumentos, personajes y entonación infantiles, muchas veces próximos a la debilidad mental, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantil. Por qué? Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad.
6. Utilizar lo emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso de lo emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional y el sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones e inducir comportamientos.
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases sociales inferiores y las superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores.
8. Estimular a la complacencia con la mediocridad. Promover en la opinión pública que no es bueno ni fiable ser intelectual y es más aceptable socialmente no serlo y sí algo vulgar y no demasiado culto.
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que él es el único culpable de su propia desgracia, por su insuficiencia, falta de capacidad o de esfuerzo. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se culpa y se inhibe de cualquier acción de respuesta. Y, sin acción, no hay revolución.
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y los poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” disfruta de un conocimiento avanzado del ser humano. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que ese individuo se conoce a sí mismo. Lo que supone, en la mayoría de los casos, que el sistema ejerce mayor control y un gran poder sobre los individuos, mucho más que los individuos sobre sí mismos.