La experiencia democrática como historia vivida

1 juliol 2011 | Categories: 15M, ciutadania, Democràcia |

José Candela Ochotorena – Comisión Justicia Fiscal de ATTAC España

Gramsci y la expresión espontánea de los ciudadanos

“La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo, y en ese interregno ocurren los más diversos fenómenos morbosos “(A. Gramsci, C.XX; PP 37-38)

El propósito de este artículo, en el momento actual en que hemos visto emerger un movimiento espontáneo, como “Democracia Real Ya”, tras décadas en que parecía imposible la imaginación dialéctica, es contribuir al debate sobre la forma de organización de la democracia del siglo XXI, que, mas pronto que tarde, debemos emprender los demócratas, si no queremos que los sueños alumbren monstruos.

Los peligros de pérdida de control que implican la corrupción oligárquica de la política, nos obligan abordar el tema de la organización, empezando por el componente básico de la democracia: Los partidos políticos democráticos que canalizan la voluntad popular y la convierten en acción política.

La Historia, el aprendizaje democrático y el desconcierto postmodernista

Como decía Gramsci, la historia significa para la política, lo mismo que las ciencias naturales para la ingeniería. Son el sustento de conceptos que permiten afrontar los hechos y soslayar los prejuicios.

En este momento, se trata de encontrar nuevos caminos, que tengan en cuenta la mediación cultural de la experiencia humana y que, a la vez, den coherencia a los conflictos percibidos, pasados y presentes.

“El punto fuerte de la aproximación semiótica a la historia es su capacidad para dar cuenta de los códigos o paradigmas que motivan o hacen posibles las acciones históricas. Pero ..no da cuenta de los efectos acumulativos de la acción.. de las exigencias y mecanismos que (la) dirigen ..hacia metas que no hemos elegido. .. Sometidas a hábitos y prejuicios cuyos orígenes semióticos no comprendemos del todo” (Sewell, 2006 p. 69) .

Su punto débil, obviar un hecho innegable: “Las personas viven en relación de dominio y trasformación, pero también de constreñimiento, con un entorno”. Ese entorno son “las relaciones del capitalismo”(Sewell, 2006).

Nacemos en el seno de rutinas establecidas, instituciones, hábitos de pensamiento y técnicas de producción, que median nuestras interrelaciones. Pero al actuar dentro de esas formas dadas y específicas de vida no solo reproducimos, sino que también alteramos las rutinas, reemplazamos o reformamos las instituciones y aprendemos a pensar de manera diferente (Sewell, 2006) La Historia discurre sobre un contexto, lo cual convierte al Fin de la Historia en una anécdota dentro de la propia historia reciente, que es la historia de la humanidad sobre el contexto del capitalismo, desarrollándose hasta abarcar la globalidad del Mundo habitado conocido.

Aportaciones obtenidas de Gramsci a la polémica post-postmodernista

La lectura de A. G. puede ser útil a la polémica actual, a pesar de ser un derrotado, casi un estereotipo del “perdedor”. Transcribimos, en citas sus conceptos principales: En primer lugar, está su visión de la filosofía de la praxis: “una forma de ordenar lo que los agentes históricos…sentían y sienten confusamente”.. como antecedentes y resultados de su práctica. A. G. evitaba caer en relaciones de causalidad, de ahí su constante crítica al materialismo kantiano de los filósofos marxistas.

Esta crítica filosófica también la trasladaba a la práctica política, al peligro de sustituir el necesario proceso de aprendizaje colectivo que constituye el partido político por medidas administrativas y coactivas. En la “Carta al Comité Central del PCUS (bolchevique) de 14-X-1926 Gramsci decía, que la necesidad de unidad y disciplina (en plena purga de Stalin contra Trosky),..”no pueden ser .. mecánicas y obligadas; tienen que ser leales y de convicción….creemos estar seguros de que la mayoría (del CC del PCUS) no desea súper-vencer en esa lucha, sino que está dispuesto a evitar medidas excesivas..”

La cultura. El sentido común popular .. empuja a la gente sencilla a la superación de las pasiones bestiales y elementales, a darse cuenta de que lo que ocurre puede ser enfrentado de forma racional. “Este punto plantea el problema fundamental de todo…. movimiento cultural”..”.. actividad práctica y voluntad.. de un bloque social cimentado” (Antología, pp. 368-369). Gramsci otorgaba en sus escritos un gran peso a la fe, al prejuicio transformador, como impulsor de la capacidad revolucionaria de las masas organizadas, cuya indigencia cultural les impide captar los conceptos académicos, pero cuya práctica indica de dónde vienen sus problemas (Antología, p.378).

El aprendizaje solo se obtiene en la práctica, que educa la intuición. “La inteligencia… se caracteriza por una incapacidad natural de comprender la vida. La intuición, que es la habilidad para conectar hechos y posibilidades de acción, se adquiere en la práctica” (Antología p. 352; C.I.; M 114-115).

Los trabajadores se enfrentan a exigencias en los diferentes aspectos de su vida. Cuando perciben posibilidades de actuar, elaboran soluciones y reivindicaciones al nivel de su lenguaje y ámbito, incluso crean instituciones, imbuidas de la tradición, pero que reflejan problemas nuevos que son la fuente para entender las nuevas realidades, y actuar sobre ellas (Antología, p. 370).

La hegemonía es su concepto básico. Es un proceso organizador y cultural, que coloca a un conjunto de capas sociales bajo la influencia de una de las dos principales clases sociales: la clase dominante y la clase emergente, que le disputa la supremacía.

Para ello, la clase necesita elaborar su experiencia y adecuar sus símbolos a las necesidades de la política, es decir de las coaliciones con otros grupos y clases. La praxis colectiva, representada en el partido, facilita que los sencillos lleguen a “una comprensión crítica de sí mismos,… primero en el campo de la ética, luego en el de la política, hasta llegar a una elaboración superior de la concepción propia de la realidad”(Antología, p.373).

La unidad de teoría y práctica, no es en sí misma un hecho fáctico, mecánico, sino un devenir histórico (Antología, p 372-373). Son las estructuras de relaciones y cercanía de los intelectuales y los trabajadores, las que permiten que la práctica genere hegemonía, nuevas pautas culturales favorables a los intereses de los últimos.

A.G. postula que: “No hay organización sin intelectuales” (Antología, p. 373), pero la reflexión intelectual se enmarca en unas pautas dictadas desde la dirección, órgano al servicio de la eficiencia del aprendizaje, ..La dirección “supone un salto en la complejidad del estrato de los intelectuales, vinculado a un movimiento análogo de los sencillos (trabajadores) que se aproximan al estrato de los intelectuales”.

Los partidos políticos unifican la teoría y la práctica, posibilitando que una parte de la masa, incluso en situación subalterna sea dirigente y responsable (Antología, p. 374; C. XVIII; I.M. S. 5-20). Los partidos obreros son instituciones meritocráticas.

Frente a las intuiciones geniales de Gramsci, las opiniones postmodernas, como hemos visto más arriba, han acabado, en solo un par de décadas, empantanadas en el problema, sin resolver, del contexto. En los últimos trescientos años, el relato humano ha discurrido sobre el contexto del capitalismo.

El contexto condiciona el relato, porque condiciona las percepciones de sus actores. Además, no es homogéneo. Su campo de cultivo es los mercados, como ya puso de manifiesto Ricardo, algo muy distinto al mercado, que es su justificación ideológica. El capitalismo es un contexto fragmentado y conflictivo, que justifica por si mismo muchos de los conflictos y catástrofes que han sacudido el relato humano en los últimos tres siglos, y especialmente los últimos cien años. Por lo tanto, es importante conocer la interacción entre ese contexto y la percepción humana, que libera de la acción.

Los Hombres/Mujeres, en cada época, perciben cosas parecidas

A caballo entre el siglo XIX y el XX, Taylor compartía, con otros filósofos sociales de la época, la creencia en la mejora de la actividad productiva de los obreros, siempre que se hiciera desde fuera. Estudiando su “qué hacer”, descubriendo qué tenia de redundante o de mal aprovechamiento del esfuerzo, y diciéndole cómo tenía que comportarse (mediante la aplicación de los principios de la mecánica a la actividad productiva de la persona, en relación con las herramientas que usa y los materiales que debe manipular). Los ingenieros harían llegar sus propuestas a los obreros por el intermedio de los obreros más inteligentes, promocionados por sus méritos a la cadena de mandos intermedios de las factorías.

Durheim, creía en la acción benéfica de los intelectuales, que creaban instituciones sociales favorables al despliegue de la democracia, gracias a las cuales los trabajadores mejorarían su posición en la moderna sociedad, mediante la participación política. Esa participación se lograría gracias a los partidos socialistas, formados por intelectuales y obreros destacados por sus luchas sindicales.

Lenin, en el ¿Qué hacer? Planteaba que un partido de políticos profesionales haría llegar a los obreros las ideas que éstos necesitaban para su emancipación. Ese partido estaría formado en principio por intelectuales, pero nutrido por obreros destacados en la lucha, especialmente sindical, y educados por el partido.

Detrás de estas visiones tan parecidas de personajes tan distintos, se oculta una practica social común, vivida por ellos. América, lugar de destino de trabajadores casi analfabetos, pero emprendedores, llegados allí huyendo del paro y la miseria europeos de comienzos del siglo XX. Rusia, cuyos obreros apenas acababan de salir de la servidumbre, y Francia, que, tras el interregno del II Imperio, y el empeño fallido de La Comuna, empezaba a construir el legado de la Revolución de 1848. Nada tienen que ver esos obreros analfabetos con la experiencia de Rosa Luxemburgo, Bebel, Karl Liebnetch, Gramsci o Togliati, unos pocos años mas tarde.

Cuando los dirigentes de los partidos socialdemócratas hundieron a la II Internacional, firmando, en 1914, los créditos de guerra, ésta quedó incapacitada para analizar y canalizar las experiencias sociales post-bélicas. Eso no impidió que estallaran movimientos revolucionarios en el Imperio Austro-húngaro, Alemania e Italia. La desgracia que acompañó a su derrota, no proviene de los movimientos, sino la situación de la socialdemocracia.

Todos los levantamientos obreros de esas fechas tienen un elemento en común: los consejos obreros como forma de autoorganización para la acción revolucionaria, sacada de la experiencia rusa de 1905 y 1917. ¿Que tenían en común los obreros austriacos, alemanes y del norte de Italia? Un grado aceptable de educación, tradición sindical y cultura, y unas instituciones obreras muy consolidadas, como sindicatos, mutuas, centros educativos etc.

Gramsci, líder socialista en Turín, periodista, con una formación autodidacta, es un testigo de excepción del movimiento de los consejos obreros en 1919-1920. Pocas veces se ha dicho, por ejemplo, que lideró un acuerdo de retirada de los consejos, acosados por la ocupación militar de Turín, e integró la comisión que pactó con Giolitti el fin de la ocupación de las fábricas en septiembre de 1920, tras 18 meses de luchas.

La experiencia de la acción espontánea, más allá de la mística de Rosa Luxemburgo, le lleva a observar que los trabajadores educados por la experiencia sindical y la escuela, se hacen preguntas sobre los problemas que viven, y buscan en los intelectuales herramientas de expresión y conceptos para integrar sus experiencias. Pero no admiten, en ningún caso, y ahí reside su madurez, que las preguntas les vengan de fuera .

La teoría del partido político de Gramsci parte de ese supuesto: Los trabajadores, desde la percepción de sus problemas, se hacen preguntas, y reflexionan ayudados por los intelectuales orgánicos, que aportan la teoría necesaria para conceptuar e integrar los problemas en un conjunto de preguntas, conformando el esqueleto de la teoría de la praxis. En esa relación dialéctica, entre acción y pensamiento, se crea la teoría política de la complejidad.

En la carta citada de Gramsci, se decía “Camaradas, jamás en la historia se ha visto que una clase dominante estuviera en su conjunto en condiciones de vida inferiores a las de determinados elementos y estratos de la clase dominada y sujeta. Esta contradicción inaudita es la que ha reservado la historia para el proletariado…… De ella nacen ..el espíritu corporativo y las estratificaciones de la aristocracia obrera…”

El párrafo reproducido, se refiere a los problemas de hegemonía en el país de la Revolución de Octubre. Pero también se refiere a un tema, al que va a dedicar bastante atención durante sus últimos años de cárcel: Los efectos que las nuevas formas de organización de la producción, y el sindicalismo de rama y corporativo (muy ligado a las nuevas formas de organización del trabajo ) plantean para la acción política de los obreros. Es decir a la complejidad de la sociedad industrial moderna, y a lo inútil de las simplificaciones doctrinarias.

A.G., discípulo de Lenin , admira a Taylor: La organización del trabajo contribuye al bienestar del obrero industrial. Es un factor de productividad y de mejores salarios, pero también de orden y limpieza en el puesto de trabajo. Aporta un reconocimiento humano del trabajador ausente en el industrialismo europeo. (Antología, p. 476-477). Pero también crea una aristocracia del trabajo, que fracciona y divide los intereses de los trabajadores, y complica las alianzas (Antología, p. 448).

Pero los hechos contemporáneos a Gramsci no favorecieron la difusión de unas ideas tan complejas. El fascismo y el nazismo, fruto de la derrota obrera y la crisis de la socialdemocracia, se unen a la deriva que toma la revolución bolchevique tras el triunfo de Stalin en el PCUS. La II Guerra Mundial, con la urgencia de la movilización social favoreció la simplicidad de los eslóganes, y dejó aparcada la complejidad.

Con la reconstrucción de Europa y la sociedad moderna de masas, se manifiesta la complejidad de la sociedad moderna. El esfuerzo intelectual vetado a la sociología por la Guerra Fría, se produce en otros campos, como la organización del trabajo y la tecnología. Surgen enfoques micro que analizan los comportamientos complejos de las organizaciones modernas, fruto de los niveles crecientes de formación de los trabajadores (Davis, 1957).

La Moderna Teoría de las Organizaciones no es solo para las Multinacionales

Para Argyris (1975), en las corporaciones modernas existe un conflicto inevitable entre los individuos y la organización. La estructura, los controles administrativos y el liderazgo directivo, son inadecuados para los individuos maduros. Estos llevan consigo a la organización su liderazgo personal, iniciativa y desempeño espontáneo, de los que, paradójicamente, depende el éxito de aquella. Podemos decir que un rasgo esencial de la nueva realidad es que el valor de uso del trabajo cobra una importancia creciente frente al simple coste del valor de cambio.

Los acontecimientos de la primavera de 1968, y la filosofía que destilan, afloran un hartazgo contra el dirigismo social de la cultura y los valores. Sus efectos calan poco a poco en las sociedades modernas, y conducen a la revolución de las costumbres, y la deslegitimación de los regímenes autoritarios.

Desde los años sesenta del siglo pasado, una serie de sociólogos, teóricos de lo que se llamó “La revolución científico-técnica”, aventuraron las transformaciones en el empleo que han convulsionado las relaciones industriales del último tercio del siglo XX.

Bell, y sobre todo Richta, anticiparon la destrucción de empleos de finales de los años setenta y comienzo de los ochenta. En la producción mecanizada dominaba el obrero-operador, absorbido por la máquina y el trabajo en cadena (Richta, 1971) La automatización y la cibernética eliminan este tipo de trabajo, situando al ser humano en los límites de la producción.

Este proceso acelera la sensación de angustia para aquellas personas que han ido cerrando su ciclo de adquisición de habilidades específicas, cuya base era la experiencia y la capacitación por el trabajo. La enajenación que reside en el trabajo mecanizado llega así al borde del absurdo: Se aspira a mantener un trabajo que las fuerzas creadoras convierten en inútil, por que, de esa forma, se convertirían ellos mismos en “inútiles”(Richta, 1971)

La nueva configuración del ciudadano, provoca una ruptura generacional profunda, producto de las diferencias insalvables de acceso al conocimiento entre trabajadores jóvenes y obreros tradicionales. El oficio, la profesión, dejan de ser elementos centrales de la identidad individual, sustituidos por la capacidad de aprender y cambiar.

Las personas se definen pertenecientes a organizaciones, cambiantes, que estructuran la sociedad mediante las instituciones que ayudan a crear (Douglas, 1996). El individuo del liberalismo entra en crisis mientras emerge, con grandes sufrimientos de paro, marginación y pérdida de referencias vitales, el hombre organizacional (que coopera con otros seres humanos en organizaciones cambiantes) sufrimiento que es producido por el carácter capitalista de la relación fundamental que subyace al cambio social, y por el dominio de las corporaciones sobre el proceso global.

Ningún país se salva de la crisis social y cultural. La economía del conocimiento socava los cimientos del orden internacional. La tecnología emigra allí donde la formación de la juventud y la cultura de trabajo le es propicia, y ello exige una gran volatilidad y liquidez de los capitales, poniendo los cimientos para la financiarización de la economía.

Aumenta la inestabilidad de las economías, al provocar carencias y superávit de dinero, que interrumpen, en los países concretos, los procesos de acumulación del nuevo capital del conocimiento. Las grandes corporaciones parecen sustituir a los países como ámbitos de organización de la economía, socavando los sistemas de estabilidad social.

Las corporaciones configuran a su manera la nueva realidad del capital intelectual, saltando sobre las divisiones nacionales. Hay un retroceso general de las clases trabajadoras, sus condiciones de vida y de igualdad, a favor de los mas ricos, producto de la crisis del Estado Nación.

En Europa, se produce una deslegitimación de los partidos políticos, que aparecen como estructuras burocráticas, verdaderos autistas sociales, formadas por personas de escasa cultura y criterio, alejadas de los ciudadanos quienes, en muchos aspectos están mas informados que los propios políticos.

La despolitización facilita la ruptura del pacto de postguerra, entre socialdemócratas y democristianos en Europa, llamado Estado del Bienestar. El liberalismo global pretende cubrir la ideología legitimadora del cambio social, liderado por el capital financiero, y el belicismo defensivo del capitalismo estadounidense.

Se hace evidente la necesidad de un nuevo cuerpo de ideas que recuperen lo mas esencial de la acción política de trabajadores y ciudadanos para la defensa de sus intereses y el cambio social.

No podemos dar otra explicación a los movimientos juveniles que se están dando en los países mas golpeados por la crisis actual. Crisis que tiene su origen en la desregulación económica, pero golpea a los menos preparados para la sociedad del Capital Intelectual, no solo individuos, sino países e instituciones.

Bibliografía citada:

Argyris Chris (1999) : On Organizational Learning; Blackwell Business edit. Second edition. Massachusets, USA,
Argyris y Schön, (1996), reading Organizational Learning II, Theory, Metods and Practice, M.A. Addisson Wesley)
Cabrera, Miguel A. (2006): Más alla de la historia social, presentación. Ayer, 62 (2)
Davis, Keith (1957), The Dynamics of Organizational Behavior, McGraw-Hill, New York
Douglas Mary (1996): Como piensan las Instituciones; Alianza Universidad, Madrid
Gramsci Antonio (1974): Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán. Siglo XXI Edit, Madrid
Sewell, William H. Jr (2006): Por una reformulación de lo social; Ayer, 62 (2) 51-72
Spiegel, Gabrielle M. (2006): La historia de la práctica; Ayer, 62 (2) 19-50
Wittgenstein, Ludwig (1992): Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa, Paidos Ibérica S.A. Barcelona

Etiquetes: .

EL VIRUS DE LA FINANCIARIZACIÓN

Segueix-nos

Segueix el nostre RSS Segueix-nos a Facebook Segueix-nos a Twitter Contacta'ns

Introdueix el teu correu per a rebre un resum:

Delivered by FeedBurner

Esdeveniments

Videos recomanats recents

El futuro de la energía. Los años decisivos. por Antonio Turiel Martínez. (6/5/2022) La crisis de Ucrania con Florentino Portero (publicado originalmente: 2015) Visión Geopolítica: Ucrania, Guerra en Europa. (publicado originalmente: 15 enero 2016) Diàlegs Humanístics UPF 2022: La catástrofe de Ucrania. Rusia y Occidente (11 marzo 2022) Debate sobre exclusión financiera. Organiza Plataforma social de progreso de Madrid. 2 de marzo de 2022 El futuro de la energía. Los años decisivos. Charla con Antonio Turiel (9/1/2022)

 

 

..... i aquí TOTS ELS VIDEOS PUBLICATS

Programes de ràdio

  • La PAH de L'Hospitalet fa un programa de ràdio que es diu "Sí se puede!" i que podeu escoltar en línia clicant aquí: RadioLaPAH

No al TTIP

Campanya ITF

Campanya per un impost a les transaccions financeres

Entrades recents

arxiu

Etiquetes