Los jóvenes gritan indignados junto con Sampedro y Hessel: ¡Basta!

9 abril 2011 | Categories: Espanya, mobilitzacions |

Blog Diario de un periodista en paro

Ayer, miles de jóvenes salieron a la calle en todo este país de países para reivindicar su derecho al trabajo bien pagado y de acuerdo con su preparación, a la sanidad pública, a la educación de calidad para todos, a las futuras pensiones, que ven imposibles, convencidos de que no lograrán cotizar los años que exige la ley para poder cobrarlas. Da la impresión de que la juventud comienza a despertar y de que, en ese despertar, están acompañados de muchos adultos. Y esta mañana, en una cadena televisiva, de esas de las que no parece esperable la divulgación de este tipo de protestas, hubo un debate, y el escuchar a algunos de los jóvenes que participaron en la protesta causaba verdadera alegría, porque dejaron patente que se trataba de gente inteligente y preparada, que en absoluto respondían a lo que se ha dado en llamar generación “ni-ni”. Eran estudiantes, alguno aún con el aspecto de casi niño, pero con una madurez intelectual que para sí quisieran muchos adultos, incluidos los políticos o en especial.

No eran jóvenes de ningún partido ultra, no se quejaban del Gobierno, no culpaban a la democracia, no eran una avanzadilla del PP y, sin embargo, prácticamente ningún medio dio cuenta de la protesta, apenas una mención en los informativos televisivos de que la manifestación de Madrid acabó en “batalla campal” porque, como viene siendo habitual, un reducido grupo de los siete mil que se manifestaron en la capital cortó el tráfico en la Castellana, donde se produjeron doce detenciones. Hay que ver qué miedo tiene la prensa subvencionada por el capitalismo a la reacción de la ciudadanía ante los abusos de los mercados que gobiernan la economía mundial… Porque en ese debate sorprendente de la cadena que lo emitía, A3 –quienes andamos huérfanos por el cierre de CNN+ nunca sabemos dónde recalar televisivamente a la hora del café del mediodía-, se oyeron algunas intervenciones muy esperanzadoras en relación a lo que empieza a pensar la gente de esta crisis y de las medidas que obligan a tomar los mercados o los bancos, medidas que siempre recaen sobre quienes menos culpa tienen, los ciudadanos de a pie. Así lo pensaban muchos de quienes participaron en el coloquio, además de los propios estudiantes. Un señor más que cincuentón de pelo entrecano y mostacho, que seguramente lució como signo rebeldía en sus años mozos, recomendó “actuar como los islandeses, yo quiero hacer una Constitución como ellos, elaborada por los ciudadanos y que sirva a los intereses de los ciudadanos”… Y arrancó encendidos aplausos al público.

Daba la sensación de que algo comenzara a moverse en este país como en el resto de los de Europa, y es lo menos a que podemos esperar, no sea que los países árabes, esos que, desde nuestra arrogancia occidental, considerábamos menos cultos y menos preparados que nosotros, vayan a tener que darnos lecciones a los pasivos europeos. No estaría nada mal que reaccionáramos todos, jóvenes y adultos, a esta sangría de derechos sociales, al hurto de la libertad económica, la que conlleva tener un trabajo digno y ganar un sueldo decente. Recuerdo que hace años, cuando las mujeres debatíamos por dónde había que empezar a reclamar nuestros derechos, había dos tendencias, la de quienes reivindicaban la libertad sexual como principio de la liberación, y la que quienes manteníamos que nunca alcanzaríamos tipo alguno de libertad si no había independencia económica, porque sencillamente no es posible. Lo dejaron muy bien explicado Marx y Engels en el siglo XIX, y nada indica que haya cambiado la cuestión desde entonces, pero ahora no somos las mujeres únicamente las que tenemos que reivindicar esa independencia que conlleva el contar con un trabajo bien remunerado, sino todos, jóvenes, adultos y personas con más de cincuenta años, abocadas a una jubilación sin derecho alguno pero con mucho que decir y que hacer, a quienes, como en un chiste siniestro, se les habla de jubilación a los sesenta y siete años, mientras se les niega el trabajo precisamente a esos que han superado los cincuenta.

Pero fíjense en que resulta como poco sorprendente que la invitación a la rebeldía ante el estado de injusticia que se vive en Europa, ante el recorte de derechos, ante el paro, alarmantemente disparado en nuestro país, haya surgido de una llamada exigente a la toma de conciencia frente a una situación intolerable hecha por dos ancianos de 94 y 93 años respectivamente, el español José Luis Sampedro y el francés Stephane Hessel, quienes hace no mucho más de una semana reclamaron a la juventud que se levantara contra los atropellos y las injusticias del mundo de hoy. Ocurrió durante la presentación de la edición española de “¡Indignaos!”, “Indignez-vous!”, un libro que ha vendido un millón y medio de ejemplares en Francia.

Este jueves, como si los hubieran oído y como si hubieran sido convencidos -y seguramente al menos unos cientos, o una buena parte de los manifestantes, supieron de la invitación a indignarse de los activos y rebeldes nonagenarios-, miles de jóvenes salieron a la calle para decir “basta”. Ahora anda pendiente que nos unamos todos a esos jóvenes que decidieron rebelarse ante un estado de cosas intolerables, pero del que hemos visto salir a países tan civilizados, fríos -no solo en el sentido climático- y europeos como Islandia. Europa no es solo la dominada por Merkel y Sarkozy, sino que, como hace años aseguraba Ignacio Ramonet, “otro mundo es posible”. Pongámonos, pues, a construirlo desde ahora mismo, reclamando nuestro derecho a un trabajo digno, a los servicios siempre públicos y a que nos gobiernen quienes nosotros elijamos, no unos fantasmales mandatarios económicos al servicio del poder del dinero. Así que quiero anunciarles, o recordarles, que ya está convocada otra manifestación para el próximo 15 de mayo. Buen momento para tomar las calles, cacerola en ristre, pacíficamente, pero con toda la indignación que nos piden Sampedro y Hessel, para decir ¡basta! a la tiranía de los mercados, a la sumisión a ella de unos políticos incapaces de defendernos de esos depredadores insaciables, porque otros habrá, quienes hayamos elegido, decididos a trabajar con entusiasmo contra todo ello, y para nosotros, si llegan al poder.

No hagamos oídos sordos, escuchemos los consejos de Hessel y Sampedro, que al fin y al cabo, dada la edad que tiene uno y otro, su llamada a los jóvenes puede engrosarse con todos aquellos que tengan treinta o cuarenta años menos que ellos, digamos basta como los islandeses o como los árabes, pero digámoslo ya para poder recuperar nuestros derechos, nuestra capacidad de elegir a nuestros gobernantes para que sean quienes gobiernen siguiendo los dictados de la ciudadanía, los nuestros, en lugar de los de unos desconocidos dueños del dinero que, a modo del siniestro Spectra cinematográfico, están decididos a convertirnos en esclavos, en autómatas, o en robots al servicio de sus carteras y de su voraz avaricia.

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