Aprendiendo de forma sencilla cómo los bancos crean y mueven el dinero

5 octubre 2013 | Categories: Banca, economía crítica, Mercats financers, Regulació |

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Eduardo Garzón – Consejo Científico de ATTAC España

Primera parte

 

En un artículo anterior hablé de cómo los bancos privados pueden crear dinero bancario a partir del dinero legal que crean los bancos centrales. Puesto que fue un artículo meramente introductorio simplifiqué algunas cosas al mismo tiempo que me dejé determinados cabos sin atar (y varios lectores lo hicieron notar en los comentarios). Con la intención de resolver las dudas que se originaron voy a profundizar en el tema yendo incluso más allá de lo resaltado por los lectores de forma que pueda ser útil para todo aquel que esté interesado en el asunto de la creación de dinero. Como hay bastante contenido voy a dividirlo en tres posts: en el primero explicaré la creación de dinero legal por parte del banco central, en el segundo me detendré en la creación de dinero bancario por parte de los bancos, y en el tercero explicaré qué tipo de dinero es utilizado por los bancos en cada una de sus transacciones. Suele ser un tema engorroso pero trataré de hacerlo sencillo sin perder por ello ni una pizca de rigor. A los que se animen a zambullirse en esta interesante temática les adelanto que terminarán sabiendo y comprendiendo cosas que suelen desconocerse o malinterpretarse (incluso por reconocidos economistas).

Los bancos centrales crean dinero legal; son los únicos que tienen autoridad para originar de la nada aquello que tiene validez para realizar transacciones de todo tipo (comprar productos y servicios, hacer inversiones, realizar pagos pendientes, etc). Absolutamente nadie más puede crear dinero legal. Yo, por ejemplo, podría crear dinero inventándome un material y un diseño, pero nadie me lo aceptaría como medio de pago, al igual que ningún vendedor aceptaría billetes del juego “Monopoly” a cambio de entregar su producto. El dinero legal sirve porque todos los integrantes de una sociedad lo aceptamos como medio de pago. Sabemos que con ese dinero en nuestras manos podremos realizar transacciones porque el resto de personas confía en su validez. Y si confiamos en la validez de este dinero legal es porque como sociedad le hemos reconocido a una institución oficial (que se llama “banco central”) el poder de crear el dinero.

Este dinero legal es en última instancia dinero en efectivo (monedas y billetes), y yace en los bolsillos (o monederos, carteras, cofres…) de los individuos y también en las cajas fuertes de los bancos. Pero almacenar ingentes cantidades de monedas y billetes es muy costoso y molesto para los bancos, y también lo es transportarlo de un sitio a otro. Por ello, buena parte de este dinero legal no se conserva físicamente en las cajas fuertes de los bancos, sino que los bancos lo depositan en una cuenta del banco central correspondiente. De la misma forma que un individuo guarda parte de sus ahorros en una cuenta de su banco privado, un banco privado guarda parte de sus ahorros en una cuenta del banco central. El banco central es, por así decirlo, el banco de los bancos privados. Esto tiene importantes ventajas para los bancos privados (¡las mismas que tenemos los individuos que depositamos nuestro dinero en el banco!): se despreocupan de conseguir un espacio para almacenar los billetes y monedas, se despreocupan de instalar sistemas de vigilancia para que no sufran ningún robo, se despreocupan de transportar el dinero en furgones blindados cada vez que tengan que efectuar una transferencia bancaria de cualquier tipo, etc.

Imaginemos la mastodóntica cantidad de transferencias bancarias que se pueden producir entre todas las instituciones de crédito que existen. En vez de tener que transportar con cada operación el dinero físico de un sitio a otro, lo que se hace es anotar las cantidades transferidas (tecleando cifras) en las cuentas correspondientes del banco central. Si el banco A le transfiere 1.000 euros al banco B, no envía ningún furgón blindado con billetes para transportar el dinero, sino que en la cuenta que tiene el banco A en el banco central vemos que la cifra correspondiente disminuye en 1.000, mientras que la cuenta que tiene el banco B en el banco central aumenta en 1.000. Son simples anotaciones electrónicas; no hay ningún traslado de dinero físico. De hecho, ¡ni siquiera existe ese dinero físico al que representan los dígitos!

Pero no podemos olvidar que todas estas cifras electrónicas tienen validez: están respaldadas por el banco central. Visualmente son simples números que aumentan y disminuyen, pero en la práctica funcionan como medio de pago útil (con estos números se pueden comprar cosas, efectuar pagos, realizar inversiones…). Yo podría escribir en un papel el número “1.000”, pero no me serviría para nada porque nadie aceptaría mi papel como medio de pago. En cambio, si lo hace el banco central sí sirve, porque es la institución encargada de crear dinero. A mí nadie me ha otorgado ese poder. Al banco central sí.

Planteémoslo de una forma más gráfica para una mejor comprensión. Imaginemos el caso extremo en el que un banco privado tuviese que entregar todo su dinero legal a sus clientes en mano. Los billetes y monedas que tuviese en su caja fuerte los entregaría directamente. El resto del dinero, que no está allí físicamente sino que sólo existe como simples anotaciones digitales en la cuenta que mantiene el banco en el banco central, tendría que ser fabricado por el banco central. Pero lo haría, porque al ser dinero legal está respaldado por la institución. Es dinero válido, y si por cualquier circunstancia hubiese que manejarlo en forma de billetes y monedas el banco central se encargaría de poner en funcionamiento las máquinas de impresión.

Hasta ahora hemos hablado del dinero legal, que es el dinero en sentido estricto (al cual el banco central le reconoce validez). En el próximo post hablaremos del dinero bancario (el que crean los bancos).

 

Segunda parte

En el primer post de esta pequeña explicación de cómo los bancos crean y mueven el dinero explicamos qué es y quién se encarga de crear el dinero legal. En este segundo post nos detendremos en la naturaleza y características del dinero que crean los bancos.

El dinero bancario no es dinero en sentido estricto (el banco central no le reconoce validez). El dinero bancario son simplemente promesas realizadas por el banco que crea ese dinero. Son promesas de pago, y por eso se pueden utilizar para realizar transferencias (comprar cosas, efectuar pagos, realizar inversiones…). Vamos a explicarlo con más detenimiento utilizando un ejemplo.

Yo puedo escribir en un papel: “me comprometo a pagar 1.000 euros al poseedor de este papel” y ésta es la promesa que estoy materializando en un formato físico. Si yo quiero comprarle a Isabel un mueble que cuesta 1.000 euros, en vez de entregarle billetes o en vez de hacerle una transferencia bancaria, puedo entregarle mi promesa de pago (el papel). Esto sólo tendría sentido si Isabel se fiara de mi palabra y confiara en que en un futuro le pagaré esos 1.000 euros (pero esta vez con dinero legal, no con mi promesa). Si Isabel confía en mi palabra, yo habré comprado un mueble sin utilizar dinero legal respaldado por el banco central. El proceso podría continuar: Isabel podría comprarle a Simón un portátil entregándole la promesa de pago que yo hice (el papel). Si Simón confiara en mi palabra y aceptase el papel, se habría producido otra venta sin necesidad de utilizar dinero legal respaldado por el banco central. Esta sucesión de compras y ventas podría continuar indefinidamente, siempre que aquellos que utilizaran mi papel confiasen en mi palabra.

Es importante destacar que mi papel sirve como medio de pago porque yo me he comprometido a pagar 1.000 euros a aquel que tenga en su propiedad el papel y venga a reclamarme el dinero. Pero puede ocurrir que nunca vengan a reclamarme el dinero. Puesto que todo el mundo confía en mí y todo el mundo acepta mi papel en las transacciones, no hay necesidad de que se molesten en venir a mí para que le cambie el papel por los 1.000 euros. A efectos prácticos, mi papel se ha convertido en un billete de 1.000 euros. Pero sólo porque confían en mi palabra.

Si yo tuviese cierta dosis de picardía podría aprovecharme de esa confianza que depositan en mí y podría fabricar más promesas de pago en otros papelitos. De esta forma, podría comprar más cosas con mis nuevas promesas, y sin necesidad de tener suficiente dinero legal. Mientras la gente confíe en mi palabra, esos papelitos funcionarían exactamente como dinero legal, pero sin serlo. El problema aparecería cuando alguien dejara de confiar en mí y viniese a mi casa a cambiar su papelito por dinero. Si sólo viniese una persona y yo pudiese pagarle 1.000 euros (de dinero legal) no pasaría nada. Pero si la desconfianza se generalizase, muchos quisieran entregarme los papelitos a cambio de dinero, y yo no tuviese en mi poder suficiente dinero legal para satisfacer sus demandas, en ese momento se me habría acabado el chollo. Tendría que reconocer que no puedo pagar, la noticia se extendería y entonces ya nadie aceptaría mis papelitos como medio de pago.

Una consecuencia derivada del fin de mi ganga es que todo aquel que tuviera en sus manos un papelito tendría que soportar una pérdida. Recordemos que obtuvieron el papelito entregando algo de su propiedad por valor de 1.000 euros, pensando que el papelito valía esa cantidad. Una vez mi chiringuito es desmontado, la validez del papelito se desvanece (ya no vale nada), y su propietario tiene que reconocer inmediatamente que ha perdido 1.000 euros.

El lector habrá podido ya advertir la similitud de este ejemplo de los papelitos con el quehacer de los bancos privados. En efecto, aunque los bancos privados tienen dinero legal en su poder (como explicamos en el primer post), también crean promesas de pago –pero en vez de ser papelitos como en el ejemplo son números electrónicos en cuentas bancarias y también cheques–. Estas promesas no están respaldadas por el banco central, por lo que no es dinero legal. Pero en la práctica funcionan como tal porque los individuos de la sociedad confían en los bancos y creen que siempre que vayan a sacar dinero de su cuenta los bancos les van a entregar dinero legal. En consecuencia, a lo largo y ancho de la economía se utilizan estas promesas de pago (cheques y números electrónicos en cuentas bancarias) para realizar transacciones, a pesar de que no están respaldadas por dinero legal.

Por lo tanto, cada banco tiene por un lado dinero legal (en forma de dinero físico y en forma de anotaciones en la cuenta que tiene el banco en el banco central) y por otro lado tiene dinero bancario, que son promesas de pago. La proporción de los dos tipos de dinero sobre el total depende de la legislación vigente en cada territorio. En la zona euro actualmente es la siguiente: por cada 100 euros de dinero total que tenga el banco, debe tener como mínimo 1 euro de dinero legal. Los 99 euros restantes puede ser dinero bancario, es decir, promesas de pago no respaldadas por el banco central. Puede parecer una proporción exagerada, pero en realidad es más que suficiente: el 1% de todo el dinero que almacena cada banco es muchísimo dinero, y sobra para llevar a cabo las actividades rutinarias. Esto es así porque la mayor parte de las transacciones de los bancos son efectuadas con dinero bancario (promesas de pago) y no con dinero legal. Sin embargo, como ya se sabe, si por algún casual (por ejemplo, un pánico bancario) todos los clientes quisiesen retirar el dinero que han depositado en su banco, lo cierto es que no podrían hacerlo porque el banco no tiene tanto dinero legal como para satisfacer toda la demanda.

Pero cuando un banco tiene que hacerle una transferencia bancaria a otro banco o al gobierno, ¿con qué dinero le paga? ¿Con dinero legal o con sus promesas de pago (dinero bancario)? Esto es lo que veremos en el siguiente post.

Tercera parte

Éste es el tercer y último post de una serie que trata la temática de la creación de dinero. En el primer post se analizó el dinero legal que crean los bancos centrales. En el segundo post fue el turno del dinero que crean los bancos privados. En este post veremos cuándo los bancos usan dinero legal y cuándo usan dinero bancario.

El dinero bancario (las promesas de pago) sólo sirve para realizar transacciones entre cuentas bancarias ubicadas en el mismo banco. Por ejemplo: yo tengo una cuenta en el banco A y quiero hacerle una transferencia de 100 euros a Felipe. Si Felipe tiene una cuenta en el mismo banco entonces lo único que ocurre es que mi cuenta disminuye en 100 euros, y la de Felipe aumenta en 100 euros. Son simples anotaciones bancarias que no requieren ningún uso de dinero legal. Números que suben y bajan, nada más. La promesa de pago que yo tenía en mi poder ha pasado a manos de Felipe. El banco A simplemente ha pasado de deberme a mí 100 euros (de dinero legal) a debérselos a Felipe. No ha tenido que utilizar dinero legal porque nadie le ha pedido que cumpla su promesa de pago. La promesa de pago sigue viva, aunque en otras manos.

Sin embargo, si la cuenta bancaria de Felipe no estuviese en mi banco sino en el banco B, la operación sería diferente. El banco B no quiere tener en su poder la promesa de pago del banco A, así que le obliga a cumplir su palabra y entregar dinero legal por valor de 100 euros. De esta forma, el banco A paga 100 euros de dinero legal al banco B. Mi cuenta se reduce en 100 euros y la de Felipe aumenta en 100 euros. El banco A ha perdido 100 euros de dinero legal, pero ya no me debe 100 euros a mí porque la promesa se ha extinguido. En cambio, el banco B ha visto aumentar su dinero legal en 100 euros, pero ahora automáticamente tiene reconocida una promesa de pago por valor de 100 euros a Felipe.

Como decíamos, el dinero bancario (las promesas de pago) sólo sirve para realizar transacciones entre cuentas bancarias ubicadas en el mismo banco. Para todo lo demás, el banco tendrá que utilizar dinero legal. Es decir, cuando un cliente quiera retirar su dinero o cuando un cliente quiera hacerle una transferencia bancaria (o cuando quiera pagar en una tienda con tarjeta de crédito) a un sujeto que tiene una cuenta en otro banco, será necesario utilizar dinero legal.

Con los ingresos y los gastos del sector público ocurre prácticamente lo mismo; la única diferencia es que el Estado tiene su cuenta bancaria directamente en el banco central. Cuando el banco A tiene que pagar impuestos por valor de 500 euros, lo que hace es utilizar dinero legal, porque el Estado no acepta el dinero bancario (las promesas de pago) del banco. Así las cosas, el dinero legal del banco A se verá reducido en 500 euros y la cuenta que mantiene el Estado en el banco central aumentará en 500 euros. Pero nada de promesas de pago, nada de dinero bancario; el Estado sólo acepta dinero legal.

Lo contrario ocurre cuando el Estado gasta dinero en vez de ingresarlo. Si yo soy funcionario y tengo mi cuenta bancaria en el banco A, cuando el Estado me pague mi sueldo lo que hará será pagarle al banco A con dinero legal. La cuenta que tiene el Estado en el banco central se reducirá, y mi cuenta bancaria aumentará por la misma cantidad. El banco A recibirá dinero legal, y automáticamente me reconocerá a mí una promesa de pago por esa cantidad.

Poco a poco vamos viendo que los bancos incrementan su dinero legal de varias formas, no sólo a través del dinero en efectivo que depositan los clientes como muchos piensan. El dinero legal de un banco puede aumentar también cuando otro banco efectúa una transacción bancaria a una de las cuentas de sus clientes, o cuando el gobierno les paga el sueldo a funcionarios que tienen su cuenta en ese banco, o cuando el banco pide dinero prestado al banco central, etc.

A lo largo de cada día se producen muchas transferencias de dinero legal entre bancos. Lo que ocurre es que el banco central no da la orden de transferir el dinero legal con cada transacción, sino que espera hasta el final del día para hacerlo de una vez. Es una forma de lograr que las transferencias sean más eficientes. De esta forma, si el banco A a lo largo del día ha sido obligado a cumplir algunas de sus promesas de pago y entregar 50.000 euros de dinero legal al banco B, y en el mismo día el banco B ha sido obligado a extinguir algunas de sus promesas de pago y entregar 40.000 euros de dinero legal al banco A, entonces el banco central dará la orden de transferir 10.000 euros de dinero legal desde el banco A al banco B. Por este motivo las transferencias entre dos bancos tardan 24 horas, y por eso las transferencias dentro del mismo banco son instantáneas (porque se transfiere dinero bancario, no dinero legal).

Por último (y ya aterrizamos en la aportación de algunos lectores en un artículo anterior) queda hacer una mención al proceso por el cual los bancos dan créditos a los agentes económicos. Cuando un banco otorga un crédito a un sujeto, lo que está haciendo es crear una promesa de pago; lo que está haciendo es crear dinero bancario. Si el banco me concede a mí un préstamo de 1.000 euros, mi cuenta bancaria aumentará en esa cantidad, y todo ese dinero será dinero bancario. Con esta acción, el banco se está comprometiendo a pagarme 1.000 euros de dinero legal cuando yo lo desee. Si yo quiero sacar esos 1.000 euros de mi cuenta para comprarme un portátil, el banco está en la obligación de entregarme 1.000 euros de dinero legal (en billetes y monedas). Pero si en vez de eso voy a la tienda y pago directamente con mi tarjeta de crédito, pueden ocurrir dos cosas. Si el vendedor del portátil tiene una cuenta en el banco que me ha dado el crédito, entonces la promesa de pago no se extinguirá. El dinero bancario simplemente pasará de mi cuenta a la cuenta del vendedor. La promesa de pago cambiará de manos. En cambio, si el vendedor del portátil tiene una cuenta en un banco diferente al que me ha dado el crédito, entonces la promesa de pago se extinguirá y mi banco pagará 1.000 euros de dinero legal al banco del vendedor.

Es decir, a los bancos no les sale gratis crear dinero bancario (conceder créditos), porque los individuos que reciben el crédito en algún momento empezarán a consumir y es probable que el banco tenga que utilizar dinero legal. Crear dinero bancario es comprometerse a entregar dinero legal cuando sea necesario, y eso supone un coste importante para el banco. Por todo ello, los bancos no “crean dinero de la nada” como algunas personas piensan. Lo que crean de la nada es dinero bancario, pero no dinero legal que es al fin y al cabo dinero en sentido estricto (y el único capaz de crear dinero legal es el banco central).

Ahora bien, es cierto que un banco puede crear dinero bancario sin necesidad de tener en ese mismo momento dinero legal que lo respalde, porque la legislación le concede dos días para conseguir la cantidad de dinero legal a la que obliga la ley (1% de todo el dinero, en la zona euro). Pero que primero creen dinero bancario y luego se preocupen de hacerse con el dinero legal necesario no quiere decir que los bancos puedan crear dinero sin coste alguno. Los bancos privados tienen un inmenso poder relacionado con el dinero y la deuda pero no es tan extraordinario como el que tiene un banco central.

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