Tiempos de esperanza
12 abril 2011 | Categories: Portada |
Paulo Freire. 1999
Es que la “democratización” de la desvergüenza que se ha adueñado del país, y del mundo, la falta de respeto a la cosa pública, la impunidad, se han profundizado y generalizado tanto que la nación ha empezado a ponerse de pie, a protestar. Los jóvenes y los adolescentes también salen a la calle, critican, exigen seriedad y transparencia. El pueblo clama contra las pruebas de desfachatez. Las plazas públicas se llenan de nuevo. Hay una esperanza, no importa que no sea siempre audaz, en las esquinas de las calles, en el cuerpo de cada una y de cada uno de nosotros. Es como si la mayoría de la población fuera asaltada por una incontenible necesidad de vomitar ante tamaña desvergüenza.
Por otro lado, sin poder siquiera negar la desesperanza como algo concreto y sin desconocer las razones históricas, económicas y sociales que la explican, no entiendo la existencia humana y la necesaria lucha por mejorarla sin la esperanza y sin el sueño. La esperanza es una necesidad ontológica la desesperanza es esperanza que, perdiendo su dirección, se convierte en distorsión de la necesidad ontológica.
Como programa, la desesperanza nos inmoviliza y nos hace sucumbir al fatalismo en que no es posible reunir las fuerzas indispensables para el embate del mundo.
No soy esperanzada por pura terquedad, sino por imperativo existencial e histórico.
NOTA: Fragmento tomado de Freire, P., 1999. La Pedagogía de la Esperanza. Siglo XXI Editores, 4°Ed. México.